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En el sur de Francia, en el corazón del Mediterráneo, Córcega nos encanta. Esta isla montañosa ofrece un raro patrimonio natural, una fuerte identidad y una auténtica cultura, sin olvidar un mar cristalino. Vamos allí para navegar, hacer cabotaje, nadar, bucear, surfear, hacer senderismo... Meditamos frente a la suntuosa belleza de los paisajes, nos entregamos a la ociosidad sin la cual Córcega no puede ser realmente apreciada. Nos tomamos el tiempo para un aperitivo, una comida de manjares corsos que se prolonga desde la palabrería hasta la degustación. Un continente en miniatura, Córcega ofrece una gran variedad de paisajes y su exótico gourmet y soleado exotismo durante todo el año. Salvaje y acogedora a la vez, preservada pero abierta, digna y voluptuosa, suave y áspera, Córcega es única y genera tantas emociones fuertes como sorpresas. Entre los lugares de visita obligada de la isla se encuentran las playas de Porto-Vecchio, el Cap Corse y Calvi, Bastia y Bonifacio, la ciudadela de Corte, el museo de Aléria y su sitio arqueológico. El magnífico macizo de Bavella, por su parte, atrae a excursionistas y escaladores. Hay que visitar el Palacio Fesch, el Museo de Bellas Artes de Ajaccio, la reserva natural de las Islas Lavazzi, sin olvidarnos de ir de nariz al viento, de detenernos en los pueblos, de encontrarnos con los productores de mermeladas, charcutería o quesos corsos. ¿Y por qué no asistir a un taller sobre el descubrimiento de los aceites esenciales o aprender la lengua corsa?